martes, 4 de diciembre de 2007

Estos reveses

Acabo de publicar mi agradecimiento a la vida, cuando todo se me da la vuelta. Un par de comentarios (no sé hasta qué punto maliciosos) han hecho diana en mi corazón, débil, ya de por sí. Lágrimas rebeldes no atienden a mi llamado y pretenden fugarse y ridiculizarme en medio de la función, delante de todos: actores y atrezzo. La Dirección no se hace responsable. Si por lo menos se escapasen con la conmiseración a la espalda... entonces sí podríamos hacer un trato, sí les concedería la libertad que buscan, suaves praderas que recorrer... pero así... pierdo mucho y gano poco y estoy harta, más que harta de quedarme con esa estúpida sensación. Eso pensarán ellas, por eso querrán irse lejos, lejos y pronto. Si para mí fuese tan fácil...
¿Qué tengo que soltar? ¿Qué pérdida me produce esta tristeza? La esperanza, el valor, la pasión se presentan voluntarias. Pero cómo dejarlas ir? Si las suelto, quién las va a cuidar? y si no me agarro a ellas, cómo me voy a sostener? Cómo contrarestar esta alquitranada sustancia que se pega a mi corazón y que no dejo salir por miedo a manchar a los demás?
Vuelve en ti, sigue luchando. Controla como buen jinete las lágrimas y negruras desbocadas, clava las espuelas si es necesario, tira de la mordida, olvida que el caballo te habla por medio de cada uno de sus movimientos y que te habla de ti y de tus profundidades. No es el momento, no es el lugar. El hogar llegará, aunque lo tenga que traer la muerte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

querida mía:
Me dirijo a ti así porque tus nubes han invadido mi cielo y tu viento me ha cubierto la cara con mi pelo. Pero a su vez un aire fresco ha llenado mi ser al entender que no he de temer al trueno, y que no he de apretar mi corazón para que no se desborde su latir de mi pecho.
Y a medida que caigo de rodillas, sonrío con todo mi cuerpo y grito: “¡muero aquí, delante de vosotros, solos!” …vencido, me rindo ante mí. Abro los puños y las riendas se esfuman en mis manos. Cierro los ojos y mis cálidas lágrimas nadan libres junto a la lluvia que resbala por mis mejillas. Su rebelión me ha abandonado y la función concluye. Ríanse pues, aquí renazco. Amo de nada y en amor con todo; desnudo y despojado de fronteras.
Me levanto y miro a mi alrededor… Mi herencia me reclama: soy del viento, de los mares, las montañas, y de los hombres.
Las nubes se disipan… Tu sol vivo enciende mi pasión

Somos de la luz

Coké dijo...

Anónimo hechizo, efectivo como el que más. Sin yo saber cómo (ahora entiendo), la tristeza volvió a su cauce, al cauce subterráneo que en su momento pactamos. El trato consiste en reclutar un equipo de exploradores para que encuentren su nacimiento, para que sanen la fuente.
Mi papel interpretado por otro, liberó la presión. Hoy el sol resplandece y me llena de fuerzas. El miedo de volver a caer susurra, pero la algarabía de volver a sonreír lo mantiene en su sitio, le recuerda su función de guardián, no de dominador.
Hoy el brillo de mi espíritu está presto a encender la pasión más allá de sus fronteras. Pasión por vivir, reír, percibir, gozar y crecer.
Gracias. Que por mil veces seas asistido en la necesidad y con la generosidad que tu espíritu rezuma.
Amor.

Anónimo dijo...

hacía mucho que no te leia escribir así.